miércoles, 22 de julio de 2015

DIPLOMADO: ENCUADERNACIÓN ARTÍSTICA, HISTORIA Y MÉTODOS


Desde el siglo III de nuestra era, la encuadernación ha oscilado entre el oficio artesanal y la técnica artística. Del mismo modo se perfila este diplomado,  síntesis de la encuadernación artística en tanto historia del arte y en tanto conjunto de métodos y técnicas del libro como soporte. Se trata de un quehacer que en Europa, Japón, China, Australia, Canadá, Estados Unidos, Argentina y Brasil constituye actualmente el quehacer y la fascinación de numerosos estudiosos, especialistas y aficionados al libro y su belleza.

El programa reivindica al libro como objeto cultural y artístico, combinando una perspectiva académica con un conjunto de técnicas artísticas. Por lo tanto, el público objetivo está constituido tanto por artistas visuales y diseñadores como por aficionados e interesados de las artes gráficas, el quehacer editorial, historiadores del arte y la cultura, restauradores, bibliotecólogos, coleccionistas y bibliófilos.     
La encuadernación, como quehacer aplicado, ha llegado ser tema de exposiciones abiertas en Chile reflejando un creciente interés, todavía selecto y no masivo, respecto a las artes del libro. Éste es el primer programa universitario en Chile centrado exclusivamente en el libro como objeto artístico.

Más información en este link o en mi correo marianohablando@hotmail.com

viernes, 29 de julio de 2011

Reina Isabel... puta entrañable.‏

Acabo de concluir la lectura de una novela de Hernán Rivera Letelier, a quien no trepido en considerar uno de los mejores escritores chilenos del tiempo presente. Su barroquismo adjetivador haría las delicias del propio Huidobro, gran perseguidor de epítetos innecesarios. Mas en Rivera Letelier el adjetivo, definitivamente, da vida. Y contribuye a crear atmósfera, uno de los atributos de todo buen narrador.
Me agrada sobremanera su ritmo impetuoso, su evidente falta de academicismo. Es un novelista cerril, con un arte instintivo que destaca muy por encima de los más pulidos -y pedantes o deslavados- otros escritores nacionales del momento. Tiene más fuerza que ellos. Y una belleza agreste que se me antoja más honesta.
Conoce cabalmente el mundo que describe, y se percibe a contraluz el áspero dominio de ambientes y personajes. Pero sobre todo me ha gustado la belleza del lenguaje, tanto en la sintaxis como en el léxico. Me alegra que para escribir con tanta maestría no haya pasado por los aprendizajes académicos consabidos, que sólo habrían conseguido emascular un verbo vernáculo que no requiere sujeciones ni críticos sino lectura apasionada y lectores agradecidos.
Rivera Letelier viene a renovar la escena narrativa chilena y ello parece granjearle la repulsa envidiosa de los mezquinos de siempre, los mismos que expulsaron para siempre a la Mistral de nuestras letras y nos avergonzaron mundialmente por la estrechez de sus juicios resentidos. Felizmente él no los necesita: su honestidad literaria está más allá del enano, que sólo ve en el gigante lo que su limitada estatura le permite ver.
Que lo lean nuestros jóvenes para aprender de un verbo pletórico, que lo disfruten nuestros coetáneos para que reencuentren nuestra historia nacional embellecida por una pluma magnífica, que lo relean los literatosos para que mejoren sus propios escritos con el empuje de una narrativa vigorosa y brillante, auténtica en sus orígenes y ya universal en su reconocimiento internacional. Un escritor de traza humilde enfrentará sin duda mucho desprecio en el país más arribista del continente, pero su obra ya es entrañable y se ha hecho un referente obligado de nuestros narradores contemporáneos. Primera etapa de la gloria en el arte literario. Bienvenidas sean sus letras, pues nos resultan imprescindibles.
Lo seguiré leyendo, pues me hace mejor, y tonifica mi amor por el lenguaje y mi respeto por las letras...
Mariano Muñoz-Hidalgo.

martes, 3 de mayo de 2011

Verborragia virtual

Tal vez este medio (que sigo considerando innoble) me sirva de catarsis.

sábado, 5 de febrero de 2011

LUIS EDUARDO AUTE, ANIMAL


Animal
(Luis Eduardo Aute)
Dibuja el paisaje junglas y jaurías
caníbales Light y perros policías...
En vista de que se trata de que el pez gordo se coma al pez escuálido
y de que el Edén lo pueda devorar únicamente el rostro pálido...
quítate el vestido, quítate el desnudo y muéstrame al animal...
Suelta, suelta, suelta el animal que llevas dentro y ponte bélica
que es el cuerpo un lobo para el cuerpo cuando el alma está famélica...
Ánimo animal... cómeme, animal...Ánimo, animal, ámame...Mátame animal...Mi animal.
Y suben los hijos de la Media Luna buscando espejismos lejos de sus dunas
que abrasan como la sangre que circula por sus venas faraónicas
y atacan, sedientos, los nuevos vampiros de la "Ilustración canónica"...
quítate el vestido, quítate el desnudo y muéstrame al animal...
Suelta, suelta, suelta el animal que llevas dentro y ponte bélica
que es el cuerpo un lobo para el cuerpo cuando el alma está famélica...
El cóndor volaba libre y sin fronteras mascando las hojas de sus cordilleras
y en eso llegó el Gran Águila del Norte y puso coto a sus Hespérides
Y la maldición de la Malinche vengará algún día esa efemérides...
quítate el vestido, quítate el desnudo y muéstrame al animal
Suelta, suelta, suelta el animal que llevas dentro y ponte bélica
que es el cuerpo un lobo para el cuerpo cuando el alma está famélica...

miércoles, 22 de julio de 2009

Recado regional para Gabriela




Que me hicieron peregrina…


Gabriela Mistral

Señora de la boca triste: puedes deponer tus escozores, maestra postergada. Hay en esta tierra un humus lento que acabó por germinar. He aquí tu huella local, retoñando en homenaje póstumo. Hubo en tu vida una floreciente melancolía, morriña en flor que halló en valles de sol la alegría tosca que la ciudad te negó. Hubo la amargura y la incomprensión encabalgadas en rastrero rechazo. Más que envidia franca, te dieron exclusión progresiva. Y el amor se coludió con el prejuicio para también en el corazón dejarte impronta de marginalidad…

Escribir, y metamorfosear en vocablo el afán de belleza; sentir, y llenarse de porfía la pluma en ciernes: escribiste la llaga hecha ritmo, por afán de testarudez elegida.

Ahora es tiempo de que aprendamos la sobria lección histórica. Que nunca fuimos generosos contigo, que nuestra tierra áspera modeló una sequedad que te sancionó con desafecto, hasta la irrisión de que decidieras abandonarla para resultar consagrada bajo otros soles. Lo cierto es que esta región entonces no te mereció, pendolista, y nuestro ánimo bajuno te arrinconó sin tasa mientras tú alquitarabas la hermosura en cuartillas cuidadosas que te mantenían a contracorriente. Criticamos tu origen, tu ideario y tus estudios. Quisimos escarnecer tu falta de títulos –tituladora mayor de nuestras letras- haciendo befa de tu vocación cerril y hasta escribimos cartas imprecatorias que minaban tu sonrisa y torcieron tus comisuras. ¡Qué vocación de virulencia resentida se nos desbocó en tinta amarga! Cuánta gazmoñería insulsa, qué de invectivas virulentas y ponzoña a coro en voz de castrati atosigó tu permanencia en esta zona malpagadora… Pues el enano no advirtió del coloso sino una sombra sutoria, artesanal y de allí en adelante errabunda de siete leguas.

Y tus zapatos de fugitiva fueron el alejamiento primero que te llevó a buscar en distante latitud sureña un alivio que pronto se trocó en certidumbre de que el rencor no reconoce regiones. Quizá en esa comprobación ahogadora de que en Punta Arenas y Temuco y Santiago también serías crucificada, comenzó a decantarse una comprensión mayor y más duradera, que te resultaría amargamente liberadora: ya toda la geografía de burócratas y petimetres te atacaba, con prescindencia de provincias específicas.

Allí comenzó tu desapego, Gabriela sola: en esa constatación ácida se gestó desprendimiento tal que te resultaría salvador para no sucumbir en tristeza desganada. Así como de tal distancia autoprotectora –más una actitud interior que leguas de espacio externo- se nutriría en adelante tu estro, escogiendo los objetos de tu poesía entre la pléyade de sujetos alternativos que –y éstos sí se te daban en plenitud recíproca- habrían de poblar tu arte en procesión inagotable.

Sólo en el comienzo de tu carrera el amor individual fue tu motivo. Pero ya te sirvió para esculpir el insuperable epitafio de los Sonetos de la Muerte. Luego, gradualmente, tu literatura transitaría desde la intimidad dolida hasta el diálogo arrobado con niños y postergados variopintos, desde la hosquedad bruna de una huesa hacia el paisaje chileno entero, bello a pesar de sus habitantes. Y sobrevendría la explosión golosa y gozosa de unas letras que se proyectarían universales sin por ello dejar de cantar a la región de su origen. Una concordancia extrema de fondo y forma entre la esperanza reconcentrada de una poesía muy cuidadosa y unos valles nortinos de calor y estrechez constantes, símil de la sujeción de la espontaneidad y al mismo tiempo imperio de primavera descontrolada como el Valle de Elqui.

Agreste Gabriela, nos has informado prolijamente de la compañía que la naturaleza te proporcionó supliendo el desamor y la falta de amistades de tu juventud. Y la compenetración de tuétano que alcanzaste con el paisaje nortino y sus brotes fue el primer estadio de tu misticismo poético, que ya no te abandonaría ni en los más remotos términos del peregrinaje ulterior.

Fertilidad vicaria, entonces, trasuntando desde flores y frutos una óptica de adentramiento luminoso y duro donde la región deviene alegoría del mundo extenso que más tarde recorrerás, ratificando cada vez lo que tú misma afirmaste: “Una paganía congenital vivo desde siempre con los árboles, especie de trato viviente y fraterno: el habla forestal apenas balbuceada me basta por días y por meses” (1).

Numen tuyo es la transubstanciación literaria que el genio puede operar: alzarse más allá de maledicencia vermiforme y alcanzar una dimensión universal que sea, precisamente, superación de la estrechez circunvalante y deleitoso convite a la fruición de lo positivo natural en medio del estiércol social. Escribiste: “Chile, el país templado que dicen las geografías, tiene, por juego de contradicción, el subtrópico de Coquimbo y Aconcagua, corto como un ‘echantillon’, pero que le basta para un bocado de exotismo” (2). Y no puedo menos que advertir la ironía socarrona que perfuma tu prosa cundo nos retratas disimuladamente jugando a hablar de papayas: “La papaverácea, al igual del banano produce casi todo el año, en protesta contra los árboles cicateros de estación que llamean de fruto cuatro meses y, en seguida, se desnudan y huelgan y se quedan menesterosos de flor y hojas” (3).

Tu reproche es dulce, la muy disculpadora, pertinaz de humanidad ahíta. Por ello es que tu obra vuelve una y otra vez a la comarca que, inhóspita, te hospedó. Pues si la identidad es una forma estilística de la mismidad biográfica, entonces la rispidez vocativa de tu prosa tanto como el ritmo subyugante de tus eneasílbos hablan de una sede geográfica que te dio la mirada y la congoja por partes iguales. Sede que siempre siguió rural y no urbana, tanto como doloroso te fue el desprecio citadino y gaya la consolación bucólica.

La región entera está en deuda contigo, reina de pueblo chico y monte muy grande: lo están nuestros compatriotas hace todo el siglo, y la patria misma, en la provincia retratada. He aquí que impetramos tu perdón esgrimiendo como único argumento solicitar la portentosa generosidad capaz de exclamar ¡perdona a nuestros abuelos, Señora, pues no sabían lo que hacían!

Ahora torne nuestra generación desorientada a encontrar el rumbo que esos nuestros abuelos extraviaron. Véngase el agradecimiento espeso que te escatimamos otrora y disuélvase tornadizo el viento del despecho. Que tú cantaste a nuestra cordillera y nuestros valles con amor profético, ventilando mundialmente lo que para ti había sido sólo consuelo local: “Muchas veces dormí yo, en una huerta, con mi papaya de olor en la mano” (4). ¿Qué sueño enjuto rumiabas junto a ese olor? ¿Qué mística expósita se acrisolaba en tu soledad?

Aquí empezamos a saldar el débito de gratitud que te mereces, y nos esmeramos en borrar con lectura apasionada la ignara indiferencia pretérita. Pues en tu letra nos rehacemos de espejo, reencontrando la vertiente identitaria que redima nuestra estulticia ya secular. De modo que tras enecharte sin reflexión, defenestrando tus cantos, descubrimos azorados que tus raíces permanecieron y podemos ahora recobrarte para exclamar en maravilla: gracias, peregrina, por dedicarnos desde lejos tu regreso en tinta, temblor y turgencia. Bienvenida y bienleída llegas. Gracias por un caudal que seguimos descubriendo en ingente vértigo lector. Y gracias, sobre todo, por lo mejor que de nosotros mismos develamos en tu cartografía de monte parsimonioso, fruto luctuoso y ladera urgente. Y este reencuentro que aquí proclamo es la caricia bienhechora que busca que nunca más te nos alejes cantando tus venganzas hermosas, errabunda en perihelio desenfrenado…

Fin.

Notas:

Gabriela Mistral: Elogio de las Cosas de la Tierra. Santiago de Chile, Editorial. Andrés Bello, 1976. Primera edición, a cargo de Roque Esteban Scarpa.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Mariano Muñoz-Hidalgo en Video Conferencia

El real sentido del ejercicio en los medios de comunicación de masas.

I. Parte.

II. Parte y Final.

sábado, 3 de mayo de 2008

Algunas publicaciones

El Cuerpo en Fuga, ensayo.
Prólogo de Luis Eduardo Aute

Tres Cuerpos de Amor y una América Reencantada

Neruda y el Ser Americano

Prologado por Gonzalo Rojas

El cuerpo en cantado de la antigua canción occidental al canto popular en Cuba y Chile

martes, 26 de febrero de 2008

Francisco Villa y ciertos españolitos.

Francisco Villa, mi derecho a soñar.

Francisco Villa y las ideas: entre ayer y mañana.

¿Quién dijo que las ideas que canta Francisco Villa son del pasado? Temo, gravemente, que pueda haber sido un español, de ésos que cada día entienden menos el mundo que los rodea.

Sabemos que durante el siglo XX España no produjo ideas significativas en el concierto mundial, que sus grandes artistas e intelectuales surgieron al inicio del siglo y fueron perseguidos, desterrados o asesinados, que el país entero padeció un aplastamiento cultural pavoroso bajo los cuarenta años de franquismo y que ello redujo a España a la triste condición de gigantesco lugar de turismo.

Sin literatura significativa, sin filosofía en absoluto, con una formación universitaria que todavía hoy, treinta años después de muerto el sátrapa, no consigue prestigiarse en los círculos académicos (excluyendo, por supuesto, al país vasco y al catalán, que no son prácticamente españoles).

España casi no calificó para entrar a la comunidad europea, y es doloroso y simple comprender por qué, en un mundo donde la cultura y las relaciones humanas requieren cada vez visiones más lúcidas y esclarecidas. Alguno de mis amigos españoles me han replicado a veces que no olvide que son la tierra del Quijote, pero muchos españoles actuales están a medio definir entre Sancho y Rocinante.

Por ello se inquietan con el arte lleno de ideas de Francisco Villa. El canto en España ha producido ideas y textos inmortales, como los del catalán Serrat o el filipino Aute, pero no es menos cierto que el escasísimo espesor cultural de la actual Castilla, vuelve actuales las palabras de Unamuno apostrofando al nefando Millán Astray, que pueden parafrasearse diciendo: "españolitos neoliberales temerosos de las ideas: venceréis transitoriamente, porque siendo muchos tenéis sobrada fuerza, pero no convenceréis, pues para ello os haría falta razón en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España".

¿Conque las ideas que canta Villa "no están de moda"? No soy comunista, pero prefiero seguir encontrando personajes capaces de cantar la "Internacional" como homenaje de despedida a un maestro recién fallecido (Volodia Teitelboim) que perder tiempo con cantores de jingles. Y si ahora no se siguen esas ideas "porque no están de moda", ¿significa que antes se siguieron por sí estarlo entonces? ¡Qué falta de cojones, mi buen Sancho! Pero, sobre todo, qué miopía multitudinaria... Porque así como otro español inteligente se preguntó "¿Por qué habla tan alto el español?" y respondió "el español no habla alto, habla exactamente desde el nivel del hombre, y el que crea que habla muy alto es porque escucha desde el fondo de un pozo", aclararemos que, como podría decir León Felipe, Villa no está en el pasado sino que en el futuro, y el que crea que su mensaje es añejo es porque escucha desde España. Porque esta sociedad deshumanizada, mediocre e ignorante que nos rodea es sólo el transitorio imperio neoliberal de crédito, hipoteca y farándula. Ya viene un tiempo más valioso, más lleno de sentido, más generoso. Y para apresurar su llegada hacen falta más locos futuristas como Francisco Villa, que desfagan tanto entuerto: que los sueños no deben ser despreciados, porque tal desdén sólo ridiculiza al desdeñoso; que Don Quijote es más real que el oscuro Manco de Lepanto y que, como señaló Serrat "sin utopías, esta vida sería un ensayo general para la muerte".


Yo no quiero entregarme sin dar dura batalla, yo lo que quiero es aventurar, ir donde vayan aquéllos que siempre han sabido bregar y no descansan aquéllos que hoy día escasean y dan luz de esperanza... "Mi derecho a soñar", Francisco Villa.