viernes, 29 de julio de 2011

Reina Isabel... puta entrañable.‏

Acabo de concluir la lectura de una novela de Hernán Rivera Letelier, a quien no trepido en considerar uno de los mejores escritores chilenos del tiempo presente. Su barroquismo adjetivador haría las delicias del propio Huidobro, gran perseguidor de epítetos innecesarios. Mas en Rivera Letelier el adjetivo, definitivamente, da vida. Y contribuye a crear atmósfera, uno de los atributos de todo buen narrador.
Me agrada sobremanera su ritmo impetuoso, su evidente falta de academicismo. Es un novelista cerril, con un arte instintivo que destaca muy por encima de los más pulidos -y pedantes o deslavados- otros escritores nacionales del momento. Tiene más fuerza que ellos. Y una belleza agreste que se me antoja más honesta.
Conoce cabalmente el mundo que describe, y se percibe a contraluz el áspero dominio de ambientes y personajes. Pero sobre todo me ha gustado la belleza del lenguaje, tanto en la sintaxis como en el léxico. Me alegra que para escribir con tanta maestría no haya pasado por los aprendizajes académicos consabidos, que sólo habrían conseguido emascular un verbo vernáculo que no requiere sujeciones ni críticos sino lectura apasionada y lectores agradecidos.
Rivera Letelier viene a renovar la escena narrativa chilena y ello parece granjearle la repulsa envidiosa de los mezquinos de siempre, los mismos que expulsaron para siempre a la Mistral de nuestras letras y nos avergonzaron mundialmente por la estrechez de sus juicios resentidos. Felizmente él no los necesita: su honestidad literaria está más allá del enano, que sólo ve en el gigante lo que su limitada estatura le permite ver.
Que lo lean nuestros jóvenes para aprender de un verbo pletórico, que lo disfruten nuestros coetáneos para que reencuentren nuestra historia nacional embellecida por una pluma magnífica, que lo relean los literatosos para que mejoren sus propios escritos con el empuje de una narrativa vigorosa y brillante, auténtica en sus orígenes y ya universal en su reconocimiento internacional. Un escritor de traza humilde enfrentará sin duda mucho desprecio en el país más arribista del continente, pero su obra ya es entrañable y se ha hecho un referente obligado de nuestros narradores contemporáneos. Primera etapa de la gloria en el arte literario. Bienvenidas sean sus letras, pues nos resultan imprescindibles.
Lo seguiré leyendo, pues me hace mejor, y tonifica mi amor por el lenguaje y mi respeto por las letras...
Mariano Muñoz-Hidalgo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanto el comentario del escritor por otro escritor, aquello de "Lo seguiré leyendo, pues me hace mejor, y tonifica mi amor por el lenguaje y mi respeto por las letras..." es magnifico ver como es humilde este critico del arte de las letras.

Anónimo dijo...

Grande Rivera Letelier!!!

Apropósito de letras, no puedo soportar las faltas de ortografía